Los mejores programas imparten una serie de habilidades de “Seguridad entre personas” para estar atento, hacerse cargo del espacio que te rodea, obtener ayuda, establecer límites con las personas conocidas, reducir la intensidad de los conflictos y mantener la calma y tomar decisiones en lugar de enfadarte cuando tienes un problema. Las habilidades de autodefensa física se aprenden en un contexto en el que primero se ha hecho todo lo posible para salir de una situación de forma segura sin pelear.

Busca programas que se centren en las habilidades para aprender en lugar de en las razones por las que tenemos que aprender estas habilidades. Ten en cuenta que los alumnos pueden traumatizarse con historias aterradoras sobre cosas malas que les han pasado a otras personas. Se aprende mejor cuando el instructor tiene un enfoque sereno y práctico que deja claro que uno puede mantenerse a salvo la mayor parte del tiempo si aprende a hacer unas cuantas cosas sencillas.

Busca programas que se basen en la investigación de una amplia variedad de campos, como la salud mental, la educación, la prevención de la delincuencia, la aplicación de la ley y las artes marciales.

Busca el aval de personas reales y organizaciones acreditadas.

Busca programas que estén dispuestos a reconocer el mérito de lo que han aprendido de alguien más en lugar de decir que han inventado “la mejor y única forma de aprender verdadera defensa personal.”

Desconfía de los programas que dan respuestas simplistas y absolutas como: “Si llevas coleta, es muy probable que te agredan” o “Si te entrenas con nosotros, nunca más tendrás miedo”.

Tanto tú como los niños y adolescentes de tu vida merecen contar con instructores que les ayuden en lugar de desanimarles. Los buenos instructores no hacen comentarios negativos sobre sus alumnos ni sobre nadie y no permiten que otros lo hagan, ni siquiera en broma.

Busca instructores que sean a la vez firmes y respetuosos al establecer límites con los alumnos cuando hacen cosas que distraen de la clase.

Los mejores instructores modificarán lo que hacen con el fin satisfacer las necesidades de sus alumnos en lugar de mantenerse en un enfoque estándar y predeterminado. Los juegos de roles para demostrar o practicar habilidades deberían presentarse en términos de situaciones probables para la vida de los alumnos. La forma de presentar algo debe ser significativa para el alumno. En lugar de decirle a un alumno ciego que mire a un posible atacante, por ejemplo, un instructor adaptable diría algo así: “Gira la cara hacia Joe para que sepa que te diste cuenta que está ahí”.

Los buenos instructores escucharán tus preocupaciones con aprecio por haber tenido el valor de plantearlas y no a la defensiva. Cuando sea posible, cambiarán lo que hacen para que la clase funcione mejor para ti. Como mínimo, te explicarán las razones de lo que hacen y por qué no pueden satisfacer tus deseos.

Como dijo Ben Franklin: “Dímelo y lo olvidaré. Enséñame, y puede que recuerde. Involúcrame, y aprenderé”. Es más probable que la mayoría de las personas recordemos lo que hemos visto que lo que nos han contado. Y es mucho más probable que seamos capaces de hacer nosotros mismos lo que hemos practicado que lo que nos han mostrado o lo que nos han dicho que hagamos.

Busca programas que incluyan más demostraciones que explicaciones y que ofrezcan abundantes oportunidades de aprender haciendo.

La sensación de fracaso en el aprendizaje de habilidades de autoprotección puede ser destructiva para la seguridad emocional y física de los alumnos. El aprendizaje basado en el éxito significa que los alumnos reciben orientación sobre lo que necesitan aprender de una forma muy positiva. Las prácticas van paso a paso empezando por donde cada alumno se encuentra realmente.

El éxito se define como el progreso de cada alumno en particular y no como la perfección según algún estándar del instructor. Los alumnos son guiados mientras realizan las prácticas para que puedan hacerlas correctamente en la medida de lo posible. Se les da retroalimentación sobre cómo mejorar en un contexto que comunica: “los errores son parte del aprendizaje”.

Los programas de artes marciales, al igual que otras actividades que implican movimiento interactivo como los deportes y la danza, pueden ser maravillosos para fomentar la confianza, el carácter y la condición física. Sin embargo, para enseñar habilidades de seguridad personal, el enfoque de la mayoría de las artes marciales es como el cuidado preventivo de la salud a largo plazo. La defensa personal práctica es como la medicina para urgencias, que enseña en pocas horas habilidades especialmente centradas en la prevención de secuestros, agresiones y abusos por parte de personas desconocidas, acosadores y personas que conocemos.

Cuando una persona ha sufrido un trauma de cualquier tipo, ha sido privada de su poder. La clave de los principios “informados sobre el trauma” es proporcionar a las personas con discapacidad, a los sobrevivientes de abusos y violencia y a todos aquellos que afrontan otras dificultades en su vida, un programa emocionalmente seguro, pertinente y satisfactorio que potencie su mente, su cuerpo y su voz.

La habilidad más importante a la hora de elegir un buen programa de defensa personal es ser capaz de actuar según tu intuición sin que te detengan sentimientos de confusión o miedo. Puede ser difícil tener claro cuáles son tus necesidades o las de tus hijos cuando te bombardean con consejos de expertos, a menudo contradictorios. Si algo que alguien hace te parece mal, aunque no puedas justificarlo lógicamente, aléjate en lugar de permanecer en una situación que puede resultar negativa. Sigue buscando hasta que encuentres un programa que responda satisfactoriamente a las preguntas que acabamos de plantear.

Tanto si buscas una clase de defensa personal como cualquier otro tipo de entrenamiento importante, presta atención a los sentimientos incómodos que te genera el trato de alguien, por muy prestigioso que sea y aunque te caiga muy bien como persona. A menudo, personas con muy buenas intenciones y conocimientos se esfuerzan por enseñar mediante charlas sobre lo que puede salir mal, en lugar de ayudar a sus alumnos a practicar cómo hacer las cosas con eficacia. Recuerda que es más importante lo que los programas realmente hacen que lo que su literatura o sus representantes afirman que van a hacer.