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Recientemente, una madre preocupada nos escribió preguntando: “No logro encontrar una forma de explicarles la sensación “oh-oh” a mis hijos de 6 y 7 años. ¿Tienen alguna idea de cómo explicarles la sensación “oh-oh” y qué hacer cuando la sienten? ¿Cómo explicar a un niño la diferencia entre esa sensación y la ansiedad o la timidez normales? ¿Qué situaciones de la vida real puedo usar como ejemplos?”

La intuición suele describirse como el “sexto sentido” y se basa en información que captamos sutilmente a través de nuestro cerebro inconsciente, observaciones directas, memoria y experiencia. Según Gavin de Becker, autor del best seller “El don del miedo” y “Protegiendo el don”, experto internacional en la predicción y el manejo de la violencia, y asesor de Kidpower desde hace mucho tiempo, “la intuición siempre tiene razón en al menos dos aspectos importantes: siempre responde a algo y siempre tiene en cuenta tus intereses”.

A través de la intuición, nuestra mente inconsciente nos da información que nuestra mente racional aún no ha percibido. Cuando prestamos atención a este sexto sentido, a menudo podemos notar y evitar peligros potenciales antes de entender por qué lo hacemos. Nuestra intuición también nos ayuda a percibir y aprovechar posibles oportunidades, así como a hacer descubrimientos sobre el funcionamiento de nuestro mundo.

Lamentablemente, a menudo se enseña a los niños a ignorar su intuición porque sus percepciones son difíciles de explicar de forma lógica. Además, los niños carecen de experiencia vital y a veces cometen verdaderos errores de juicio sobre lo que ocurre a su alrededor. Como adultos, podemos desestimar la intuición de un niño cuando no entendemos las razones de sus fuertes sentimientos o reacciones. Si asumimos que están equivocados, podríamos presionarlos para que dejen de lado sus sentimientos de incomodidad, en lugar de prestarles atención.

Tanto los niños como los adultos están más seguros cuando reconocen sus sentimientos y saben cuándo y cómo actuar en consecuencia. Por ejemplo, una madre se dio cuenta de que había olvidado preguntarle a su hijo de nueve años el número de teléfono de la casa adonde iba, después de que se fuera en bicicleta a casa de un amigo. Afortunadamente, su hijo volvió al cabo de unos minutos explicando: “No sé por qué volví, pero tuve la sensación de que me faltaba algo”.

Una situación potencialmente más grave ocurrió durante unas vacaciones familiares en un complejo turístico en el que la gente se alojaba en cabañas separadas. A una niña de siete años se le acercó el amigo de su primo mayor y le preguntó: “¿Puedes leerme algo?”. Esta niña se sentía orgullosa porque sabía leer bien. Entró con confianza en la habitación de este niño mayor, se sentó junto a él en la cama y empezó a leer en voz alta el libro que le entregó. Ella no entendía lo que estaba leyendo, pero de repente tuvo la sensación de que algo no estaba bien. Se levantó de un salto y dijo: “Mis padres se preguntarán dónde estoy, tengo que irme”. Recordando lo sucedido, se dio cuenta de que lo que ese chico le había pedido que leyera era pornografía y que probablemente habría pasado algo malo si no se hubiera ido.

Incluso los adultos suelen confundir la intuición con la ansiedad. Personalmente, mi intuición tiende a hablar en voz baja, pero implacablemente. Por el contrario, mi ansiedad tiende a hablar en voz alta y bruscamente. Según mi experiencia, la intuición insta a las personas a realizar algún tipo de acción positiva: detenerse y pensar en las opciones más seguras, comprobar directamente las cosas, abandonar una situación peligrosa o pedir ayuda.

Por el contrario, la ansiedad tiende a inmovilizar a las personas y hacer que se queden estancadas. Las causas más comunes de la ansiedad son el miedo a lo desconocido, el resentimiento cuando les dicen lo que tienen que hacer, la preocupación por caer mal, los detonantes de malas situaciones pasadas y la timidez. A cualquier edad, superar los sentimientos de ansiedad en el momento requiere valor y determinación, pero hacerlo nos ayuda a crecer, aprender, desarrollar la independencia y mantenernos fieles a nuestros valores.

Tanto si los jóvenes reciben una señal de su intuición como si luchan contra la ansiedad, se beneficiarán de la ayuda de los adultos. Si no están seguros en el momento, queremos que presten atención a sus sentimientos incómodos y tomen decisiones que aumenten su seguridad. Si esta elección les impide hacer algo que quieren o que entienden que deben hacer, pueden obtener la ayuda de un adulto para elaborar el mejor plan para manejar esa situación específica en el futuro.

Estas recomendaciones de The Kidpower Book for Caring Adults describen cómo animar a los niños a utilizar su intuición.

1. Presta atención a tu propia intuición. ¿Cuándo se produce? ¿Cómo la experimentas? ¿Hay momentos en el pasado en los que la notaste? ¿Actuaste o no en base a ella? Cuanto más te concentres en tu intuición, más capaz serás de reconocerla y de describir cómo funciona para ti. Habla con tus hijos sobre estas sensaciones. Señala los momentos en los que la gente parece utilizar su intuición en su vida diaria, al leer cuentos o al ver películas.

2. Con los niños más pequeños, habla de su sensación “Oh-Oh”. En los talleres, a veces explicamos esto preguntando: “¿Has tenido alguna vez una sensación “oh oh” que te avisara que algo no estaba bien? Puede que notes esta sensación como mariposas en la barriga, un escalofrío en los brazos o una gran preocupación en la cabeza. Tus sensación “¡oh-oh!” es una forma que tiene tu cuerpo de avisarte que tengas cuidado y que vayas a buscar ayuda con tus adultos”.

3. Con los niños mayores y los adolescentes, conversa sobre sus “advertencias intuitivas” o “alarmas de seguridad internas.” A veces introducimos el tema explicando: “La intuición es una señal que sientes en tu cuerpo y que puede advertirte de un posible peligro. Supongamos que quieres hacer algo, o complacer a alguien que quiere que hagas algo, pero tienes una sensación de incomodidad o incluso una voz en tu cabeza que te advierte: “¡Esto está mal!” o “¡Mala idea!” Muchas personas dicen que notan este tipo de intuición como una sensación de hundimiento en las tripas, que se les ponen los pelos de punta o que tienen un pensamiento en la cabeza que no desaparece. En lugar de ignorar tu intuición, presta atención. Pregúntate si estás seguro de que la situación es segura. Pregúntate qué otras opciones podrías tener. Recuerda que tu seguridad y la de los demás son más importantes que divertirse o parecer genial. En cuanto puedas, habla de estas sensaciones con adultos en los que confíes.”

4. Ayuda a los niños a reconocer las advertencias de su intuición. Pregúntales: “¿En qué parte de tu cuerpo sientes la sensación “Oh-Oh” o tu alarma de seguridad interna? ¿Se siente como un nudo en la garganta? ¿O una sensación de hundimiento en la base del estómago? ¿Un escalofrío a lo largo de los brazos? ¿Una sensación espeluznante en la nuca? ¿Un pensamiento que vuelve a molestarte?”. Ayuda a los niños a identificar en su propio cuerpo dónde aparece la sensación “Oh-Oh” – ¡puede ser diferente para cada uno!

5. Escucha con respeto a los niños cuando acudan a ti para hablar de sus sentimientos. Actúa con interés aunque su preocupación te parezca una nimiedad. Evita la tentación de sermonear o dar demasiadas explicaciones. Recuerda que tu respuesta positiva dará a los niños el mensaje de que le das importancia a su intuición. Si los niños se sienten ansiosos, tú también quieres saberlo, para poder ayudarlos a aprender a controlar su ansiedad en lugar de sentirse abrumados por ella.

Por último, podemos reforzar nuestra propia intuición y la de nuestros hijos si nos damos cuenta y comentamos los momentos en los que nuestra intuición funciona positivamente. ¿Cuándo te ha ayudado tu intuición a encontrar algo que estaba perdido? … ¿a decidir conectar con alguien que no conoces? … ¿a decidir aprender algo nuevo? … ¿a acercarte a alguien importante para ti? … ¿o a hacer un descubrimiento emocionante? Si utilizamos este poderoso sexto sentido, es más probable que nosotros y nuestros hijos tengamos una vida más segura y feliz.

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Fecha de Publicación: May 12, 2021   |   Última actualización: May 12, 2021

Traducción de María Gisella Gámez