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bullying-ebook-260x300Nota: El siguiente artículo incluye contenido de nuestro libro Bullying: What Adults Need to Know and Do to Keep Kids Safe, el cual es utilizado por muchas familias, escuelas y organizaciones juveniles para sus propios programas contra el bullying.

Las políticas de prevención no son suficientes para proteger a los niños del bullying. Las políticas son importantes, pero las políticas escolares, al igual que las reglas y leyes de todo tipo, protegen a las personas solo cuando los responsables las hacen cumplir.

Las discusiones de adultos son una parte crucial para abordar el problema del bullying, y en Kidpower apreciamos el compromiso de todos los que participan en ellas.

Sin embargo, como adultos que se preocupan, todos corremos el riesgo de volvernos complacientes cuando nos reunimos, hablamos y planeamos abordar el bullying. Con demasiada facilidad podemos decirnos a nosotros mismos que, debido a que nos estamos reuniendo, hablando y planificando, y debido a que estamos haciendo todo esto con un profundo compromiso y cariño, estamos haciendo todo lo que podemos hacer. Corremos el riesgo de engañarnos a nosotros mismos creyendo que esto es suficiente.

No es suficiente. Nuestras reuniones, políticas y buenas intenciones por sí solas no tienen el poder de proteger a nuestros niños del bullying y el daño que causa.

Para muchos padres y personal escolar, tomar medidas para defender y aplicar las políticas de prevención del bullying puede ser incómodo, inconveniente, vergonzoso y difícil. Los adultos a menudo dicen que se sienten impotentes, inadecuados o que no están preparados para ayudar. Ser honestos acerca de esto sin dejar que nos impida tomar medidas apropiadas y decisivas requiere de coraje que nuestros hijos necesitan que encontremos y mostremos.

Cuando los adultos realmente creen que los niños están en peligro inmediato, actúan en formas que corren riesgos mucho mayores que la vergüenza, la inconveniencia o la ofensa. Arriesgaremos nuestras vidas para sacar a nuestros hijos de un edificio en llamas; la incomodidad no nos detendrá. Saltaremos a un río para rescatar a nuestros niños que se están ahogando; la vergüenza no nos mantendrá parados a un lado.

Ha llegado el momento de que los adultos nos comportemos como si el bullying estuviese quemando a nuestros hijos. Con demasiada frecuencia, los adultos respondemos al problema del bullying como si estuviéramos viendo humo. Mientras tanto, nuestros niños sienten la quemadura del fuego social todos los días, fuego que tiene el potencial de dejar cicatrices duraderas.

¿Qué debe cambiar?

Para garantizar que los niños tienen acceso a un entorno de aprendizaje seguro en el que el comportamiento de bullying se detiene y se aborda de manera rápida, eficaz y compasiva, cada adulto a cargo debe asumir la responsabilidad personal de:

  1. Reconocer y no minimizar el problema.
  2. Dejar de culpar a los objetivos incorrectos
  3. Identificar y eliminar las barreras que a cada uno, personalmente, nos impiden actuar
  4. Apoyar a los jóvenes en el aprendizaje de habilidades para evitar, detener o lidiar con el bullying

Como un equipo unido por su compromiso con los niños, los padres y el personal escolar deben:

  1. Establecer y mantener por escrito una Proclamación de Prevención del Bullying y el Acoso.
  2. Empoderar al personal con habilidades, tiempo y apoyo para actuar de maneras que respetan y aplican las políticas
  3. Crear acceso a información y habilidades para los padres para que puedan participar de forma activa
  4. Incluir a los jóvenes como parte de la solución sin cargarlos con expectativas inapropiadas. Garantizar un entorno seguro es, en última instancia, una responsabilidad de los adultos.

Reconoce y no minimices el problema

“Tenemos una Política de Prevención del Bullying pero el problema sigue aquí y está creciendo”.

Padres, maestros y administradores se comunican diariamente con Kidpower con esta preocupación. Representan comunidades diversas, grandes y pequeñas, rurales y urbanas, de todo el espectro económico.

El comportamiento de bullying ha sido parte de la experiencia infantil durante mucho tiempo. Sin embargo, el número cada vez mayor de suicidios, tiroteos en escuelas y otros tipos de violencia y conductas autolesivas vinculadas al bullying ahora deben servir como una alarma urgente que nos suena a todos: algo ha cambiado.

Es posible que no entendamos exactamente qué ha cambiado. Puede que no entendamos por qué las cosas han cambiado. Pero, aun así, algo ha cambiado y nuestros hijos se están lastimando y falleciendo de una manera que debería llamar nuestra atención a todos, ahora.

Tenemos motivos de sobra para esperar que el bullying y el daño que causa continuarán y se intensificarán si nosotros, como adultos solidarios, no actuamos de forma rápida y decisiva, a partir de ahora.

Intervenimos cuando los niños corren hacia las calles concurridas. Detenemos su comportamiento peligroso con fuego y cuchillos. Los supervisamos dentro y alrededor del agua. En estas situaciones, nunca nos damos la vuelta y decimos: “Dejemos que lo resuelvan por sí solos. Ya aprenderán”. Nunca esperamos que las políticas escritas tengan por sí solas el poder de proteger a nuestros niños de los riesgos que presentan el fuego, el agua y los automóviles.

Sin embargo, repetidamente, los adultos escuchan o son testigos de cómo los jóvenes usan su poder para lastimar a otros jóvenes y se alejan. Esto no es diferente a alejarse cuando los vemos en peligro alrededor del fuego, el agua o los automóviles. Independientemente de lo que declaren nuestras políticas escritas, las personas no están seguras cuando las acciones y los eventos no son seguros. Los adultos solidarios permanecen cerca en situaciones potencialmente riesgosas, dando espacio gradualmente solo cuando creemos que nuestros niños tienen el conocimiento, la habilidad y el desarrollo para mantenerse a salvo.

No importa cuánto nos digan nuestros hijos que quieren que nos vayamos, que los dejemos solos con sus compañeros, sus acciones y los resultados continúan demostrando que necesitan la ayuda de los adultos para aprender a estar seguros unos con otros a medida que crecen. Incluso muchos adolescentes en edad de ir a la escuela secundaria no están preparados para manejar su poder social de manera responsable por sí mismos sin el apoyo de un adulto, y cada día hay más evidencia de la necesidad que tienen los jóvenes de ser guiados más de cerca.

Muchos de nosotros, como adultos preocupados en comunidades alrededor del mundo, hemos dado espacio demasiado pronto y ha llegado el momento de corregir nuestro propio comportamiento. Cada adulto solidario tiene la responsabilidad de asumir liderazgo a través de la acción para abordar el problema del bullying. Ninguno de nosotros puede permitirse la pérdida que crece de nuestro alejamiento por más tiempo del que ya le hemos dado.

Deja de culpar a los objetivos incorrectos

Los objetivos comunes a quienes se suele culpar por el bullying son los educadores a los que no les importa, el dinero y los niños “malos”. Estos son los objetivos incorrectos.

Objetivo incorrecto #1: “Educadores a los que no les importa”. El problema del bullying no surge de la falta de compromiso o cuidado. En los más de 30 años de Kidpower sirviendo a miles de escuelas y otras agencias en todo el mundo, vemos de primera mano que la gran mayoría de los padres, maestros y administradores en todas partes quieren que los niños estén seguros, saludables, felices y reciban buena educación. Aún así, el bullying es una realidad en sus escuelas.

La mayoría de los maestros y directores, al igual que la mayoría de los padres, están profundamente comprometidos con el bienestar de los niños. Aún así, sin las habilidades para convertir las políticas de prevención de bullying en acciones concretas, y sin el tiempo y el apoyo necesarios para aprender y aplicar esas habilidades – así como para ayudar a los niños a aprenderlas y aplicarlas – el bullying a menudo continuará a pesar de este profundo compromiso con la seguridad.

Objetivo incorrecto #2: “Dinero”. La falta de dinero ciertamente causa estrés y problemas. No obstante, como instructores de Kidpower, todavía no vemos evidencia de una correlación entre la riqueza aparente de una comunidad y la cantidad de bullying que experimentan los niños.

Hemos visto culturas de comportamiento cariñoso y respetuoso entre niños en comunidades y escuelas empobrecidas. Hemos visto agresión relacional desenfrenada en comunidades y escuelas adineradas. No hemos notado que las escuelas públicas o independientes tengan una tasa de bullying previsiblemente más alta o más baja.

Hemos notado lo que parece ser una diferencia en los tipos más comunes de bullying en diferentes comunidades. Sin embargo, el bullying es bullying, ya sea que provoque que las personas sangren, lloren, sufran en silencio o se suiciden. La intimidación es hiriente y dañina en todas y cada una de sus formas, en todas partes.

Objetivo incorrecto #3: “Niños malos”. Todos los niños nacen con una cantidad significativa de poder y sin experiencia en controlarlo. Si un niño pequeño te ha pateado o te ha gritado al oído, has experimentado este poder y el dolor que puede causar.

Experimentar es parte del proceso de aprendizaje. Los niños experimentarán con martillos, marcadores, tijeras y otras herramientas a medida que se familiarizan con su funcionamiento y lo que pueden hacer.

Experimentar ayuda a los niños a desarrollar sus habilidades para usar bien estas herramientas. Los adultos responsables se mantienen lo suficientemente alejados para permitir que los niños aprendan a través de la experimentación, pero también se mantienen lo suficientemente cerca para intervenir y evitar lesiones o daños.

Los jóvenes experimentan de manera similar con el poder que llevan dentro, como el poder de moverse, pensar y hablar. Incluso los niños muy pequeños se han dado cuenta de que el contacto visual, el habla, el silencio, los gestos y la inacción pueden usarse como herramientas para afectar la forma en que otras personas, adultos y niños, se sienten y actúan.

A diferencia de las tijeras y los martillos, este poder innato no se les puede quitar a los niños. Es de ellos. Si los adultos no brindan una guía compasiva y clara para usarlo de manera responsable, los niños descubrirán sus propias formas preferidas de usarlo. Podemos esperar que esto cause daño, no porque los niños sean “malos”, sino porque no tienen el conocimiento, la habilidad y la madurez para usar su poder de manera responsable sin la guía de un adulto.

Se debe detener el comportamiento inapropiado y las excusas son inaceptables. Sin embargo, cuando los adultos identifican a un niño como “malo”, ponen límites falsos al niño y también a sí mismos como líderes. Si una persona es inherentemente “mala”, entonces no existe otra solución, aparte del aislamiento. Los adultos dejan de preguntar cómo ayudar al niño a aprender diferentes maneras de actuar y los niños pueden perder su propia creencia en su capacidad para hacer las cosas de manera diferente.

Sin embargo, si los adultos reconocen al comportamiento de bullying como un peligroso mal uso del poder personal, pueden identificar una amplia gama de soluciones prácticas para mantener a todos a salvo y para ayudar al niño provocando el bullying a desarrollar habilidades para controlar su poder.

Los niños a los que se les permite usar su poder de manera inapropiada no están recibiendo el apoyo que merecen para comportarse de una manera que sea segura tanto para los demás como para ellos mismos. Con el tiempo, se puede esperar que esta falta de orientación receptiva resulte en un comportamiento habitual que es peligroso, dañino, destructivo y cada vez más difícil de cambiar.

En Kidpower no dedicamos tiempo ni energía a estudiar cuánto tiempo puede durar esta falta de intervención antes de que “sea demasiado tarde” y la persona pierda la capacidad de gestionar su poder personal de forma segura. Nos entristece escuchar a adultos en las comunidades escolares hablar sobre niños específicos como si fueran una causa perdida, y escuchamos este tipo de comentarios no solo sobre estudiantes de secundaria, sino también sobre niños de escuela primaria. Incluso, a veces, nos hemos alarmado al escuchar también este tipo de comentarios entre adultos acerca de niños en edad preescolar.

No vemos ninguna justificación ética para darnos por vencidos con niños en una situación escolar eliminando la expectativa de que alcancen – y reciban apoyo para alcanzar – su máximo potencial, tanto social como académicamente, todos los días, a cualquier edad.

Cada niño merece nuestro apoyo, y la seguridad de cada niño en una comunidad escolar depende de nuestro compromiso de apoyar al comportamiento seguro de cada uno de ellos.

Evitaremos que lastimen a otros si ellos aún no pueden detenerse por sí solos, y los ayudaremos y esperamos que aprendan y apliquen habilidades para usar su poder social de manera segura.

Elimina tus propias barreras que te impiden actuar

A continuación presentamos algunas razones comunes que dan los adultos para explicar por qué no dedican más tiempo y atención al problema del bullying. Escuchamos muchas explicaciones más.

Ya que debemos evitar que los niños que realizan el bullying usen excusas para librarse de la responsabilidad personal, cada uno de nosotros debe realizar un autoanálisis y ver qué es lo que nos impide tomar medidas adicionales.

“Los niños son crueles y malos entre ellos. Así son los niños”. Sí, cuando se los deja sin supervisión con demasiado poder, así es como son. Tampoco están seguros solos con cuchillos de cocina o fósforos. Precisamente porque es probable que sus inclinaciones naturales sean peligrosas, debemos permanecer cerca y receptivos.

“Los niños tienen que aprender a lidiar con personas difíciles”. Ninguna otra estructura social es similar a una escuela. A los adultos se les paga por su trabajo, pueden ser despedidos de sus trabajos y pueden optar por renunciar. Las consecuencias pueden ser altas, y estas elecciones pueden ser sumamente difíciles. Sin embargo, los niños no tienen elección. La escuela es obligatoria y las decisiones escolares son decisiones de los adultos.

Los niños no pueden exigir cambiar de escuela. No pueden exigir quedarse en casa. No pueden optar por asumir la carga de consecuencias significativas para salir de una situación en la que han experimentado amenazas diarias. Están confinados durante muchas horas en espacios relativamente pequeños todos los días con un gran número de personas con muy poca experiencia de vida y un número comparativamente bajo de líderes adultos. Esta estructura y situación específicas se replican en pocos o ningún aspecto de la vida adulta.

Sí, los niños tienen que aprender a lidiar con personas difíciles, pero esa verdad no puede ser una justificación para permitirles soportar la agresión diaria en un contexto social que no se replica en ningún otro lugar.

La existencia de personas difíciles en el mundo no nos excusa, como adultos, de cumplir con nuestra responsabilidad de mantener a los niños física y emocionalmente seguros mientras aprenden todas las habilidades que necesitan para enfrentar todo tipo de desafíos, incluidas las personas difíciles, por sí mismos, como adultos independientes.

“No hay suficiente tiempo durante la jornada escolar. Tenemos mucho que hacer. Tenemos exámenes”. Cuando los niños sangran o vomitan, tenemos pruebas concretas de que su sufrimiento les impide aprender y desempeñarse. El bullying causa sufrimiento que los adultos pueden ignorar o no ver. No obstante, daña el entorno de aprendizaje y puede afectar el rendimiento académico. Un entrenador no pediría a los atletas que den lo mejor de sí mismos corriendo en medio de espesas nubes de humo, pero seguimos pidiendo excelencia académica mientras permitimos que se intensifique la contaminación emocional. El bullying está contaminando cada momento de aprendizaje de muchos estudiantes. Podría decirse que manejarlo puede ser un excelente paso hacia un aprendizaje y un rendimiento académico más efectivos.

“Ya hago demasiado. No puedo hacer más”. Puede que esto sea cierto. Identifica todas las cosas que requieren tu atención. ¿Cuántas de ellas son más importantes que la seguridad física y emocional de tu hijo o de tus alumnos? ¿Alguna de estas otras obligaciones se puede mover más abajo en la lista de prioridades para garantizar que los niños estén seguros?

“Me temo que voy a empeorar las cosas”. Esto podría ser cierto. ¿Lo empeorarías porque no tienes las habilidades para hacerlo bien? Entonces pide ayuda y trabaja en aprender esas habilidades. ¿Lo empeorarías porque no cuentas con el apoyo de tus administradores y colegas? Entonces aborda ese problema. La seguridad de los demás depende de tu voluntad de seguir adelante ante la incomodidad, la falta de confianza o la confusión. No es fácil, pero es importante.

Para obtener más información sobre los recursos de Kidpower para enseñar estas habilidades y conceptos de seguridad de las personas, visita nuestra Biblioteca (membresía comunitaria gratuita) y nuestra Tienda de Libros RelationSafe™.

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Fecha de Publicación: June 21, 2022   |   Última actualización: June 21, 2022

Traducción de Ana Fernanda Uribe

Kidpower Founder and Executive Irene van der Zande is a master at teaching safety through stories and practices and at inspiring others to do the same. Her child protection and personal safety expertise has been featured by USA Today, CNN, Today Moms, the LA Times, and The Wall Street Journal. Publications include: cartoon-illustrated Kidpower Safety Comics and Kidpower Teaching Books curriculum; Bullying: What Adults Need to Know and Do to Keep Kids Safe; the Relationship Safety Skills Handbook for Teens and Adults; Earliest Teachable Moment: Personal Safety for Babies, Toddlers, and Preschoolers; The Kidpower Book for Caring Adults: Personal Safety, Self-Protection, Confidence, and Advocacy for Young People, and the Amazon Best Seller Doing Right by Our Kids: Protecting Child Safety at All Levels.